En el colegio nos enseñaron que cuando Cayo Julio César cruzó el río Rubicón pronunció la famosa frase “alea iacta est”, traducida por “la suerte está echada”. La histórica oración significa tomar un riesgo irreversible, es decir, de “no retorno” donde por tanto ya no se puede retroceder de lo que se ha hecho. En definitiva: dar un paso irrevocable, generalmente de riesgo o confrontación.
Alea jacta est o Alea iacta est es una expresión atribuida por Suetonio a Julio César en el momento de cruzar el río Rubicón, límite entre Italia y la Galia Cisalpina. Con este paso, se rebeló contra la autoridad del Senado y dio comienzo a la larga guerra civil contra Pompeyo y los Optimates. Se supone que a ningún general le era permitido el entrar en la jurisdicción de Roma con sus legiones, de otra manera, se entendía que este se había declarado en rebeldía contra el gobierno.
Sin embargo, según el historiador y biógrafo Plutarco de Queronea, en sus Vidas paralelas, indica que Julio César no pronunció esta frase en latín, sino que lo hizo en griego, tomándola de un verso del comediógrafo Menandro, que vendría a significar algo como ‘que el dado haya sido tirado’, en clara alusión al comienzo de un juego de dados, haciendo una comparación entre lanzar los dados y cruzar el Rubicón. La frase aparece en Ἀρρηφόρος (transliterado como Arreforos, o posiblemente, La Flautista), tal y como es citada en el Banquete de los eruditos.
La teoría de que Julio César dijera esa frase en griego proviene de la costumbre que había entre los romanos nobles y cultos de aprender, leer y hablar griego. De hecho, esta fascinación por la lengua griega, llevaba a los romanos en momentos muy importantes, de máxima excitación o inspiración, a rememorar citas de autores griegos para expresar sus sentimientos.
César cruzando el Rubicón, por Adolphe Yvon (1875)
Menandro
Menandro era al parecer uno de los autores favoritos de César, quien lo prefería al romano Terencio. A este personaje histórico, considerado el comediógrafo griego más importante después de Aristófanes y máximo representante de la Comedia Nueva, le tocó vivir una época de grandes cambios sociales y políticos, ya que fue testigo, por ejemplo, de la ascensión de Alejandro Magno.
Menandro fue un célebre dramaturgo de la Grecia antigua que vivió durante el periodo helenístico, en torno a los siglos IV y III antes de Cristo. Nacido en Atenas (342 a. C), se convirtió en uno de los dramaturgos más célebres de su época y dejó un impacto duradero en el mundo del teatro. Escribió más de cien comedias, de las que únicamente una, El misántropo, se conserva entera. Del resto sólo quedan fragmentos, como en el caso de El arbitraje, La mujer de Samos o El hombre de Sición.
Las obras de Menandro, entre ellas “La muchacha de Samos”, “El escudo” y “El arbitraje”, fueron inmensamente populares durante su época y más allá. Se representaban en festivales de teatro y se ganaron la admiración tanto de la élite como del pueblo llano.
La importancia de Menandro no sólo radica en sus logros teatrales. Sus personajes realistas y cercanos, junto con su habilidad narrativa, le han convertido en una figura perdurable en la historia del teatro. Sus obras siguen siendo un testimonio del poder intemporal de la comedia y de su capacidad para iluminar la condición humana.
Menandro fue comediógrafo y el máximo exponente de la llamada comedia nueva. Sus comedias en cinco actos y separadas por intermedios están escritas en lengua antigua. Era muy hábil en la caracterización de los personajes, que son en su mayoría tipos populares, y muchos de ellos pasaron a ser arquetipos de vicios (el parásito, el avaro, el misántropo).
Sus comedias fueron premiadas ocho veces (tres en las Leneas, cinco en las Dionisias). Sus obras fueron muy imitadas no sólo por sus contemporáneos, sino por los autores latinos Publio Terencio y Tito Maccio Plauto y, a través de ellos, su estilo pasó luego al teatro del Renacimiento europeo.
La comedia nueva
La Comedia Nueva supone una innovación respecto de la comedia ática del siglo V a.C, convirtiéndose en un género eminentemente moralizador. Las diferencias más notables entre el antiguo y el nuevo género son la desaparición de los temas políticos, la decadencia del coro y la transformación del estilo poético en un estilo familiar.
Se trata de una comedia realista, que toma sus temas de la vida cotidiana, común y privada. En ella los acontecimientos se desarrollan conforme a la lógica.
La temática general de la Comedia Nueva responde básicamente a un esquema similar al de la Antigua: el protagonista tiene un problema y, para resolverlo, intenta poner en práctica una idea y se opone a diversos antagonistas. Finalmente, vence y la comedia acaba con la boda.
La Comedia Nueva sigue guardando estrecha relación con Atenas. Sin embargo, los personajes que inspiran la acción no son caricaturas de tal o cual político, sino tipos corrientes de la pequeña burguesía media que está surgiendo como nueva clase en la Atenas helenística.
No se trata de personajes aislados, sino que se retrata a familias enteras de las que alguno de sus miembros se destaca para pasar a ser protagonista o antagonista de la acción. Pero todos intervienen a lo largo de la trama en mayor o menor medida.
Retratos
Uno de los más de 50 retratos esculpidos existentes de Menandro es éste en el que el dramaturgo aparece con los labios curvados en las comisuras. Otros rasgos destacados del busto son los pómulos altos, los grandes ojos almendrados bajo un entrecejo fruncido, la frente arrugada y el cabello cayendo en gruesos rizos característicos a la izquierda de la frente.
Todos estos retratos están pensados para evocar una estatua, cuya base aún existe, erigida en el teatro de Dionisos en Atenas alrededor del año 290 a.C., cerca del momento de su muerte. Podemos encontrar otros ejemplos de bustos de Menandro en el Museo Nacional de Liverpool o en el The Walters Art Museum.