Busto romano-egipcio de "Serapis" en bronce, Alejandría, S. I-II d.C.
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Descripción
Este busto drapeado apoyado sobre hojas de acanto es la representación del dios Serapis con barba completa, bigote largo y pelo con mechones ondulados característicos en la frente, rematados por una forma cónica grabada con ramitas de olivo. Es posible que los ojos estuvieran una vez incrustados. Cuenta con pátina verde con azuritas bajo el mentón.
La estética escultórica procede del mundo helenístico, mientras que las tipologías más usuales serán el relieve histórico y el retrato, que pretenden hacer propaganda de los personajes o hechos más importantes.
El culto a Serapis fue introducido en el panteón egipcio en el siglo III a.C. por Ptolomeo I en un intento de unificar al dios egipcio Osiris y al toro sagrado Apis. Una versión de esta unidad ya fue adorada por los egipcios bajo el nombre de Osirapis. Sin embargo, Ptolomeo cambió la iconografía del dios, su imagen tomando muchas similitudes con la de Zeus (vestiduras divinas), Asklepios (curación), Hades (la otra vida), Helios (el sol) y Dionisos (fertilidad). La última de ellas es simbolizada a través del modius (una medida de maíz) a menudo grabado con ramitas de olivo o espigas de trigo. Los aspectos de la fertilidad y la vida después de la muerte fueron claves en la adoración de Osiris, y naturalmente se convirtieron en los dos rasgos definitorios en la adoración de Serapis.
Su imagen final era deliberadamente más helénica que egipcia, ya que los griegos no estaban acostumbrados a la adoración de deidades zoomorfas. Cuando los romanos conquistaron Egipto en el año 30 a.C. Serapis se convirtió en parte de su panteón, su imagen encontró por todo el imperio.