El ibis era objeto de veneración religiosa en el antiguo Egipto y estaba asociado a la deidad Djehuty -que significa “El que es como el ibis”– o también llamada en griego Thot. Se le responsabiliza de la sabiduría, el conocimiento, la escritura, las matemáticas, la medición y el tiempo, así como de la luna y la magia, siendo una de las tres divinidades más importantes del panteón egipcio, ya que su adoración se extendió desde el período Pre-Dinástico (6000-3150 a.C.) hasta el período Ptolemaico (323-30 a.C.).
Thot fue el encargado de promulgar las decisiones de los dioses, de registrarlas por escrito y de hacer que se cumplieran. Como guardián de los registros de los dioses, Thot llevaba cuenta de los días de los seres humanos. Estaba investido de numerosas responsabilidades en la administración del mundo como por ejemplo cuando intervenía al lado de Osiris y Anubis en el Salón de la Verdad como el escriba que ha llevado las cuentas de la vida del alma del difunto y registrando el resultado del peso del corazón contra la pluma de la verdad. En la compleja iconografía del juicio de Osiris, pese a que en múltiples ocasiones aparece la figura de Thot como el encargado de la verificación del veredicto, la manipulación de la balanza se sitúa siempre en manos de Anubis.
Durante el Período Tardío (664-30 a.C.) a Thot se le solía representar popularmente como un hombre con cabeza de ibis en el acto de escribir. Thot eligió dos animales para manifestarse: el ibis, ejemplo de mesura y regularidad y el mono cinocéfalo o babuino en un contexto lunar y como patrón de los escribas, los cuales derramaban una gota de su tinta en honor de Thot antes de comenzar su trabajo diario.
Aunque el el dios Thot fue ampliamente venerado en toda la tierra de Egipto, tenía su principal centro de culto y adoración en la ciudad de Hermópolis Magna, actual Ashmuein, en el Medio Egipto, del que quedan muy pocos restos visibles, salvo dos colosales estatuas de cinocéfalos erigidos por Amenofis III.
Con ocasión de fiestas y procesiones, los sacerdotes encargados del culto transportaban estatuillas del templo de Thot a Hermópolis, hasta la cercana necrópolis sagrada de Tuna el-Gebel, donde se deponían en galerías subterráneas. Durante la época ptolemaica o Baja Época, se convirtió en costumbre que los fieles que iban a los templos dedicaran a los dioses una momia del animal que lo representaba, como por ejemplo un ibis en el caso de Thot, que los sacerdotes depositaban luego en inmensas catacumbas, en las que hoy se excavan centenares de miles de estos animales. De hecho, en la antigüedad quien quería dirigirse a Thot acudía a los sacerdotes, que criaban muchos ibis, y les compraban uno que volara, acto seguido lo mandaban matar, momificar y enterrar. Cuando llegara al más allá, transmitía el mensaje a Thot.
Los hijos de Nut
Según la leyenda egipcia, en un principio los años solo constaban de 360 días. En una etapa de la creación en que Ra gobernaba, se predijo que su nieta Nut tendría relaciones con Geb, algo que según la profecía tendría como resultado un hijo que le arrebataría el poder. La joven estaba ya embarazada, con lo que con tal de evitarlo Ra lanzó una maldición de Nut, de tal modo que no pudiera tener hijos ninguno de los días del año. La deidad estaba desesperada, pero acudió en su ayuda el dios Thot, quien ideó un método ingenioso para que pudiera hacerlo.
Thot acudió al dios de la luna Jonsu, con el cual procedió a jugar apostándose tiempo y la luz de la Luna. Thot fue ganando en múltiples ocasiones, con lo que a lo largo del juego logró conseguir suficiente tiempo como para crear cinco días. Estos días, que no formaban parte del año, podrían ser usados por Nut para parir a sus hijos. Y así pudo la diosa parir a Osiris, Seth, Isis y Neftis, de los cuales Osiris alcanzaría el puesto de su padre.
Hermes & Thot
Los griegos identificaron a Thot con su dios mensajero, Hermes. En primer lugar, no puede olvidarse la función de Thot como intermediario entre los dioses y los hombres; esta labor coincide con el quehacer de Hermes como heraldo de Zeus pues, incluso, Thot fue considerado también un vínculo simbólico entre el demiurgo creador y los propios dioses. En segundo lugar, Hermes constituyó una personificación de la palabra, de la comunicación y también de la inteligencia, tres peculiaridades que definieron al dios Thot como escriba divino.
La escritura jeroglífica
Como hemos dicho anteriormente, Thot era el dios de los escribas y se le consideraba el inventor de la escritura jeroglífica. La escritura nació en Egipto por la necesidad de anotar aspectos económicos: cosechas, salarios, impuestos, etc y eso hizo necesaria la figura del escriba. La misión del escriba era redactar todo tipo de documentos, y su labor fue tan valiosa que su categoría social fue considerada de las más altas.
En el antiguo Egipto existieron tres tipos de escritura: jeroglífica, que era la escritura sagrada y aparecía representada por símbolos y dibujos; la hierática, que se escribía sobre papiros y era utilizada por los sacerdotes para sus registros y la demótica, más sencilla y que no presentaba dibujos.